Autora: Adriana Velásquez
En el marco del mes "Orgullo+ nos conecta", desde Pulso PUCP queremos destacar la importancia de visibilizar las experiencias de opresión y desigualdad que vive la comunidad LGBITQ+ en la investigación académica, destacando el papel crucial de las ciencias sociales en la exploración de las relaciones de poder que afectan a esta comunidad. Por ello, hemos conversado con Lisette Gamboa, antropóloga especialista en género y diversidad, con amplia experiencia en investigación cualitativa, consultorías, y ejecución y monitoreo de proyectos.
Lisette Gamboa cuenta con una licenciatura en Antropología y un magíster en Estudios de Género, ambos obtenidos en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Su destacada trayectoria académica incluye el premio a la Excelencia Académica en 2017 y varios reconocimientos por su contribución a la investigación por parte de instituciones como el MIDIS, IFEA, Cátedra UNESCO y la PUCP.
En 2022, Lisette trabajó como consultora especializada en género para Pulso PUCP, donde contribuyó a la elaboración del estudio que proporcionó insumos para el desarrollo del Plan para la Igualdad de Género y Diversidad 2023-2027 de la Oficina para la Igualdad de Género y Diversidad de la PUCP. Además, realizó el informe de resultados de la encuesta "Familia y Roles de Género", basada en encuestas aplicadas a hombres y mujeres mayores de 18 años a nivel nacional.
En esta entrevista, nos comparte sus valiosas reflexiones.
Los estudios de género y diversidad proporcionan conocimientos y herramientas que desafían las estructuras tradicionales de poder que perpetúan la discriminación, violencia y exclusión de la población LGTBIQ+.
La investigación académica es de suma importancia para visibilizar las vivencias de esta población junto con la desigualdad y discriminación que enfrentan. Esto ayuda a deconstruir prejuicios internalizados en nuestra sociedad y también genera evidencia para abogar por cambios en nuestra sociedad que se puedan trasladar en el marco legislativo o en el desarrollo de políticas públicas.
Hace dos años, tuve la oportunidad de hacer una investigación sobre el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva en población LGTBIQ+. Resulta bastante alarmante la violencia a la cual se enfrenta dicha población en estos espacios, donde muchas veces se les llama por nombres incorrectos, no se consulta qué pronombre debe ser utilizado en sus respectivos casos o incluso se asume la orientación sexual de dichas personas. Todo esto causa que la población LGTBIQ+ tenga un acceso limitado a los servicios de salud, ya que se crea un ambiente de desconfianza y discriminación, por lo cual muchas personas evitan ir a consultas médicas.
En primer lugar, es importante recalcar que nos encontramos en una sociedad cisheteronormativa, es decir que asume que todas las personas son cisgénero (que su identidad de género coincide con el sexo asignado al nacer) y heterosexuales (que se sienten atraídas solo por el género opuesto). Al reconocer estas identidades como únicas, otras identidades son marginalizadas y vistas como inferiores o anormales, siendo sujetas a distintas prácticas de discriminación, violencia y opresión.
Esto se desemboca en una falta de reconocimiento legal a dichas identidades y orientaciones sexuales y a la criminalización en muchos países. Asimismo, la población LGTBIQ+ se enfrenta a la discriminación laboral en muchos espacios, donde pueden enfrentarse a ambientes hostiles de trabajo. También son más vulnerables a la violencia física, sexual y psicológica en nuestra sociedad, donde, además, hay una falta de protección institucional. La población LGTBIQ+ también se enfrenta a un acceso limitado a los servicios de salud debido a la discriminación que puede surgir en dichos espacios, lo cual no solo vulnera su salud física; sino también su salud mental debido al estigma y falta de apoyo que enfrentan. Finalmente, es importante resaltar la falta de representación de las personas LGTBIQ+ en puestos de poder y toma de decisiones que tomen en cuenta sus intereses y necesidades. Lamentablemente en los últimos años se han exacerbado discursos conservadores que perpetúan la estigmatización y exclusión de la comunidad.
La percepción de la diversidad de género y sexual en el mundo ha demostrado algunos avances; sin embargo, aún nos enfrentamos a retos significativos en el marco institucional y también desde la resistencia conservadora de nuestro país. En distintos países del mundo se han promulgado distintas leyes en torno a la unión civil y matrimonio igualitario. Varios países permiten el cambio de sexo y nombre en caso de las personas trans. Sin embargo, en Perú y otros países aún hay un largo trecho que recorrer con respecto a estos cambios. Por ejemplo, resultó preocupante que en mayo de este año se aprobara un Decreto Supremo que incluía a las categorías de identidad de género y orientación sexual como trastornos mentales. En años anteriores, la pandemia también nos reveló las condiciones de vulnerabilidad exacerbada por la cual atravesaban la población LGTBIQ+.
También hay que destacar los esfuerzos de lxs distintxs activistas LGTBIQ+ alrededor del mundo y en el Perú. Han surgido una diversidad de colectivos que buscan representar las distintas identidades de género y orientaciones sexuales con sus respectivas luchas, vivencias y resistencias. No solo existen colectivos que representan al colectivo LGTBIQ+ en general o a activistas gays o lesbianas, sino también colectivos que representan a la comunidad bisexual, pansexual, queer, no binaries y sobre todo hay una mayor visibilidad de activistas trans.
La interseccionalidad nos permite entender cómo las diferentes formas de opresión y privilegio interactúan entre sí e impactan en las experiencias de las personas. Nos permite tener una comprensión más completa de las desigualdades sociales y cómo afectan a distintos grupos de manera diferente. Como señala la antropóloga Mara Viveros, “la apuesta por la interseccionalidad en aprehender las relaciones sociales como construcciones simultáneas en distintos órdenes de clase, género y raza y en diferentes configuraciones históricas”.
Es importante entender que las distintas categorías sociales como género, raza, clase, orientación sexual, identidad de género, discapacidad, entre otras; se construyen de forma relacional, de tal forma que no se puede entender una categoría sin el resto. Esto se constituye en formas complejas de discriminación que se combinan y crean experiencias únicas de opresión para las personas, por ejemplo, una mujer lesbiana que vive en los Andes puede enfrentar de forma distinta la discriminación a una mujer heterosexual que vive en Lima. En ese sentido, la interseccionalidad cuestiona los discursos hegemónicos que pueden simplificar o ignorar las complejidades de la identidad y la opresión.